sábado, 11 de abril de 2015

El Salvador duele.

Duele cada vida perdida.
Perder es no encontrar. No encuentro razones para tener que llorar tanto muerto en El Salvador, lo que no tiene razón de ser es absurdo, es estúpido.

A veces trato de convencerme de eso, de que es algo estúpido que no deberíamos estar -sobre-viviendo tanta muerte, pero -cómo diría la rana- me acuerdo de la historia reciente de mi país y se me pasa. 

La verdad es que es lógico. 
No podemos esperar menos si pensamos en la construcción social que hemos creado en los años recientes y no tan recientes, es que aquí no se vale ver sólo los efectos, hay que voltear un poco y tratar de ver las causas, por difícil que parezca. Tenemos que ver las causas.

No podemos juzgar algo que no conocemos, aunque parece que en este país si se puede juzgar todo, y todos quieren opinar de todo; tal vez nos estamos acostumbrando a la impunidad de nuestro burdo sistema de justicia, que ha dejado en la impunidad crímenes tan grandes -cómo los de algún ex presidente- que nos han convencido que también nosotros como ciudadanos podemos actuar impunemente en la vida cotidiana, incluso opinar impunemente de cosas que no conocemos y esto nos han llevado a vivir en un contexto donde la opinión -incluso la palabra- está perdiendo un valor real al no poder ser sostenida, al  no tener argumentos, al ser pronunciada por intereses mezquinos teniendo de base la falsedad.

Nos estamos matando, así, con toda la palabra, nos testamos matando nosotros mismos, unos cómplices, otros hechores, pero al fin todos victimas de un sistema que nosotros mismos hemos creado, o al menos tolerado y protegido.

Nos está matando la  exclusión, la desigualdad y la mala distribución de la riqueza; nos está matando la corrupción, el "ojo pacho" y la incapacidad de la gestión pública; nos está matando el egoísmo, el individualismo y la falta de sensibilidad, esos tres conjuntos respectivamente tratando de cubrir a la Empresa, al Estado y a la Sociedad en general, catalogándolos como separados y no como parte del todo, como es costumbre por aquí; tal vez sería mejor pararse a pensar que al final los actores en esos 3 ámbitos de la vida somos los seres humanos, las personas. Nos podemos seguir actuando cómo que no fuéramos parte de un todo, porque nos vamos a seguir matando. 

Nos hace falta conocernos, nos hace falta vencer el miedo a ver, a tocar, a sentir, a escuchar, a probar. Nos hace falta mirar por encima de la pared y por en medio del razor y ver que hay otra realidad que estamos obviando, a la vuelta de la esquina, nos hace falta abrir la puerta y salir, o entrar, pero traspasar esas barreras físicas y mentales que nosotros mismos hemos construido, que incluso hemos pagado para que las construyan, y seguimos pagando un alto precio.

Que este dolor se convierta en esperanza y que esta esperanza se convierta en acción. 

Ese es mi compromiso, muy personal.